Alrededor de las dos de la mañana Michael despertó, había descansado lo suficiente y pensaba bajar a la oficina a revisar algunos contratos, sin embargo, cuando estaba a punto de bajar de la cama una suave y cálida mano lo detuvo.

-¿A dónde vas?

-Quería trabajar un poco. Ya no tengo sueño pero aún es de madrugada.

-¿Y si mejor trabajas conmigo?

-¿Trabajar contigo?

-Así es. Creo que es mi turno.

-¿Tu turno?

-Sí, mi turno de ser probada, a menos que te provoque asco...

Una mirada desafiante y una ceja levantada indicaron a Michael las intenciones de Sofía. Con voz grave dijo:

-¿Asco?

Por supuesto que no, si estás dispuesta lo haré.

-Claro que lo estoy.

Sin pensarlo dos veces abrió las piernas frente a la mirada lujuriosa de su esposo quien ni tardo ni perezoso se metió entre ellas y con su lengua comenzó a acariciar el clítoris de su mujer. Primero suavemente y después desesperadamente, le encantaba lamerla y sentir su sabor. Tragaba saliva y fluidos cada cierto tiempo y eso lo prendía