Capítulo 5

Hanna Becker

Las Vegas

Hacía un buen rato que Devin se había salido del departamento y lo que era peor que me tocó pedir que fuera ahí mi amiga Susan, para llevarme algo de desayunar, pues el muy desconsiderado de mi “esposo” no me había dejado las llaves del departamento, para en caso de que yo tuviera hambre como era lo más lógico, saliera por algo de comer, porque en su refrigerador no había nada para poder preparar algo.

Tomo el teléfono celular y es un milagro que todavía tenga algo de batería, así que busco el nombre de mi amiga, Susan y doy a la tecla de llamado. Suena por espacio de unos cuantos tonos y toma la llamada.

–Hola, Susan, amiga, te toca traerme de desayunar, Devin se ha largado y me ha dejado aquí en su departamento y si me salgo no voy a poder entrar.

–Hola, Hanna, apenas me voy despertando también, pasaré a llevar el desayuno para las dos.

–Consigue lo que sea amiga, ya es tarde, imagínate como está mi estómago. – Dije famélica.

–En un momento ya estoy allá, Hanna, pásame la ubicación, por favor. – Dijo aún un poco adormilada.

–Ya te la paso. – Le di a la tecla de enviar. – Listo.

Escucho que Susan, se levanta de la cama, pues ya es tarde para ella también, me imagino que estuvo toda la noche con Daniel, el supuesto amigo de Devin, que causalidad que él no se casó también. Pero me hubiera gustado que eso que nos pasó a Devin y a mí, les hubiera pasado a ellos también, no se vale estar metidos en este lío, sin que ellos no lo estén.

–Muy bien, ya salgo para allá.

–Gracias, Susan, te debo una. – Diciendo esto, colgué.

Estuve buscando alguna pastilla que aliviara mi malestar, tenía dolor de cabeza y ganas de devolver, pero parecía que en este lugar no vivía nadie, solo había unas botellas de agua, tomé una y me la acabé de inmediato, me sentía bastante deshidratada, y no era para menos, si nos acabamos casi todo el licor entre Devin y yo. Me volví a recostar un rato en la cama, en lo que llegaba el desayuno tardío. Apenas estaba empezando a cerrar los ojos, cuando llamaron a la puerta.

–Hanna, soy yo. – Dijo Susan, y de inmediato le abrí.

–Pasa, es que ya me estaba volviendo a quedar dormida.

–Pensé en todo, pasé a la farmacia y te traje esto. – Dijo sonriendo.

Me dio una bolsa y saqué unas pastillas que eran las que estaba necesitando, ahora no me importaba comer, necesitaba calmar este dolor de cabeza infernal.

–Gracias, Susan, aquí no encontré nada.

–Me lo imaginé, así que pensé que estarías de muy mal humor. –

Lo clásico en mí, después de haber ingerido, quien sabe cuántas bebidas. Susan, sabía cómo terminaba todo esto al día siguiente, así que le agradecía su buen tino, después que me tomé dos de las pastillas, desayunamos unas deliciosas hamburguesas, con papas y refresco, era lo que mi estómago estaba necesitando. Porque ya ni me acordaba a qué hora fue mi última comida del día anterior. Bueno, no me acordaba de muchas cosas.

Pasé un buen rato en la compañía de mi amiga, lo que me hizo olvidar el disgusto que pasé por la mañana con Devin, cuando él negó totalmente el conocerme, y que olvidara por completo todo el show que se montó para que me casara con él, nada más de acordarme me daba coraje, Susan apenas terminó su hamburguesa y comenzó a hablarme.

–Hanna, es que se me hace increíble que Devin te haya dejado sola y a las pocas horas de haberse casado – Obviamente estaba sorprendida – No lo puedo creer, luego que fuera él quién te ha insistido tanto en que se casaran.

Precisamente ese era mi enojo, yo me acuerdo que estaba tomada, pero no estaba completamente perdida en el alcohol y eso lo tomé como un juego, cómo que algo que no tenía importancia, pero ya al despertar a su lado, me cayó como balde de agua fría, pues sí nos habíamos casado de verdad, pues el anillo en mi dedo lo decía todo.

–Ya ni me digas Susan, que hubieras visto en el plan insoportable en el que se ha puesto está mañana, cómo si yo lo hubiera metido a él en este asunto – Iba a contarle todo – Pero, lo peor no es eso, él resultó ser también de New York.

Íbamos a estar más cerca de lo que nos hubiéramos imaginado, en la misma ciudad, y tendríamos que ver de qué manera íbamos a coincidir. Ya fuera que intercambiáramos números telefónicos.

–Sí, eso lo sabía – Susan estaba más enterada de todo que yo – Su amigo Daniel, me contó eso y que tanto Devin cómo él, viven y trabajan allá. Eso me encanta, podré seguir viendo a Daniel.

Bueno, sí estaba bien por ella, que podía seguir viéndose con Daniel, yo la verdad, no sabía qué terreno pisaba con Devin.

–Nosotras nos tenemos que ir esta misma noche a New York, pero ahora falta arreglar eso con “mi esposo” – Dije molesta – Porque, yo tengo que presentarme en el estudio de arquitectos el lunes, es mi primer día de trabajo.

–Eso ya lo sé amiga, llevas días con lo mismo y no sabes la felicidad que tengo que te hayan dado el puesto. Eres la mejor arquitecta que conozco, Hanna.

–Muchas gracias, Susan, me emociona mucho eso y por ese lado que bueno que, a Devin, no se le ocurrió que tuviéramos una luna de miel porque, no iba a perder ese empleo por nada del mundo – Admití – Luego de todo lo que me ha costado, que me aceptaran para el puesto.

–Lo sé, pero hay que esperar ahora a que venga tu esposo, amiga – Susan se reía divertida – Para que le digas que, debes volver a New York, después de su boda, no creo que quiera que vuelvas sola.

–No te rías Susan, que me da igual lo que él piense o no – Declaré decidida – Si él no quiere volver hoy mismo por la noche, nosotras nos vamos con los boletos que ya tenemos comprados. Faltaba más.

–Está bien, aunque yo no quisiera eso. Quisiera conocer y estar más cerca de Daniel, es que me ha encantado.

Mi amiga y yo, estábamos hablando justamente de ese par, cuando ambos llegaron al departamento como si los hubiéramos invocado. Cuando apenas entraron, Susan abrazó a Daniel y él encantado la recibió, lo que parecía hasta gracioso, parecía que los recién casados eran ellos y no Devin y yo. Me acerqué a Devin para desafiarlo, de inmediato. Tenía que saber, en dónde estaba parada.

–Hola, de nuevo, mi amado esposo – Lo saludé – Ya que me has dejado mucho rato sola, quiero informarte que esta misma noche yo, debo de volver a New York. Tengo que alistar todo mañana, porque el lunes entro a trabajar.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo