REGINA
Hace más de media hora que Ronan ha dejado de hablar, sé que me sigue los pasos de cerca detrás de mí, no ha intentado abordarme, mucho menos estar a la par de mí al momento de caminar, cosa que le agradezco, lo que dije es cierto, pienso regresar a Italia en cuanto salgamos de esto.
De pronto, comienzo atener más frío, creo que no me encuentro con la vestimenta correcta, ya que el frío me cala hasta los huesos y los pies me duelen, por lo que me detengo y me coloco de nuevo las zapatillas.
—Auch —me quejo cuando doy un paso.
Cierro los ojos y me recuerdo que no todo está perdido, que en Italia está Emir esperando por mí, lo único que lamento es no haber podido hacer más por él al devolverle a su padre. Estoy por dar un paso más, cuando sobre mis hombros cae un abrigo, levanto la mirada y me encuentro a Ronan dejando su abrigo.
—No lo necesito —refuto tratando de quitármelo de encima.
Sin embargo, él coloca sus manos sobre mis hombros para evitar que lo haga, le miro