Llegamos a la habitación de la pequeña Eliana, su padre abre la puerta y nos hace pasar. La niña solo nos ve y viene corriendo hacia nosotros, bueno hacia su padre.
― ¡Papá, mamá está aquí!
― Sí, hija. Mamá, vino a visitarte.
― Hola mamá, mira, tengo muchos juguetes. ¿Jugarás conmigo?
― Claro que sí jugaré contigo mi princesa. Mira, tu tía y yo te trajimos un pastel.
― Yo, ¿tengo un tío y una tía?
― Si hermosa, yo seré su tía. ¡Dios, eres una niña muy bella! ―Dice Ana, inclinándose a la altura de la niña para poder abrazarla y besar sus lindos cachetitos.
― Ahora sí, princesa, vamos a comer una rebanada de este delicioso pastel.
― Bueno, yo las dejo porque tengo que seguir trabajando. ― Dice Wilmer.
― Está bien, nosotras al rato nos iremos.
― Adiós papi.
― Adiós, hija querida, pórtate bien con tu mamá y con tu tía Ana.
Wilmer se va y nosotras nos quedamos con la niña y la niñera. Yo siento que esa chica me ve un poco raro, pareciera que no le caigo nada bien.
Después de j