John despertó con el brazo inmovilizado y el cuerpo pesado, pero su mente estaba decidida. Se levantó con dificultad, cada movimiento, recordándole el dolor físico que llevaba consigo.
Entró al baño, donde el vapor comenzaba a llenar el espacio. Se quitó la ropa con cuidado, evitando mover demasiado el brazo lastimado. El agua caliente golpeó su piel, relajando sus músculos tensos y limpiando las marcas de la noche anterior.
El proceso fue lento y torpe, pero lo logró. Cada gesto era una pequeña victoria contra su propia fragilidad.
Al salir de la ducha, se vistió con ropa limpia y cómoda, aunque cada movimiento le recordaba su limitación. Miró su reflejo en el espejo, su rostro marcado por el cansancio y la determinación.
—Es hora de enfrentar la verdad —murmuró para sí mismo.
Bajó las escaleras con pasos firmes, aunque cada uno le costaba más de lo que quería admitir. Al llegar al vestíbulo, se detuvo por un momento, mirando el lugar donde había estado la noche anterior.
Su mente est