Emilia trabajaba como enfermera en el hospital Santa Clara y como cualquier otro día ella estuvo presente en un parto, uno que se complicó y que terminó en la muerte de la paciente. El asunto habría pasado desapercibido si aquella mujer que había dejado huérfano a su pequeño bebé, no fuese idéntica a ella. ¿Porque se parece a mi? Se preguntaba Emilia, quiso averiguarlo y descubrió que tenía una hermana gemela. Pensó que podía acercarse a su pequeño sobrino, así su padre le ofreció un trato, cuidar de él y aparentar ser su hermana gemela para resolver sus asuntos, pero aceptar implicaba fingir ser su hermana y ser la esposa de aquel hombre, asi como cumplir con sus obligaciones maritales, para poder ser la mamá sustituta.
Leer más—¡Enfermera!— pronuncio el médico cirujano cuando Annette se sobresaltó luego de ver el rostro de la paciente sobre la plancha de operaciones.
Lo que veía, le parecía insólito, un sueño o quizás una pesadilla. En el rostro de la paciente miraba su propio rostro, pero era imposible. ¿Quién era ella? La enfermera en jefe la tomo del brazo y la saco de la sala de operaciones. No estaba en condiciones para ser la asistente del cirujano, sobre todo porque la paciente estaba en condición crítica, su ritmo cardiaco estaba descendiendo por debajo de lo normal, todo indicaba que moriría. El llanto del pequeño bebe que lloraba en el interior de la sala, la hizo regresar en sí. Se miró las manos, estas le temblaban, debido a la sorpresa de verse a sí misma, era extraño, pero lo más lógico que pudo pensar fue que tal vez tenía un ataque de pánico o ansiedad, después de todo ya llevaba doce horas en el hospital sin poder pegar el ojo. Seguramente estaba demasiado cansada como para poder imaginar cosas semejantes. Una vez afuera del quirofano, suspiro y comenzó a caminar por el pasillo, se quitó el gorro quirúrgico para poder aclarar sus ideas. Estaba segura de que el cirujano en turno le daría un sermón memorable a la mañana siguiente y no era para menos, había contaminado gran parte de los instrumentos quirúrgicos durante la sorpresa que se había llevado al ver aquella señora. Si no mal recordaba, su nombre era Isabella Lennox. Mientras recorría el pasillo, trato de recordar lo que decía su expediente médico. Acudía a cirugía de emergencia por una hemorragia interna después de caerse por la escaleras, el recién nacido había nacido sin complicaciones, pero la presión sanguínea de la señora Lennox, había caído drásticamente a tal grado que estaba a tan solo segundos de tener un paro cardiaco. La única explicación podía ser que ella tuviera un mal congénito en su corazón, quizás un soplo o quizás preeclampsia sin diagnóstico, porque su estado de salud había empeorado en segundos, lo cual no era normal en una embarazada que había llevado su gestación a término. Emily, camino hasta llegar al final del pasillo, ahí se apoyó contra el muro mientras observaba como sus compañeras miraban por las pequeñas ventanas de ambas puertas. Algo grave debia estar ocurriendo ahí, pero no se animó a regresar, sino que apoyo su cabeza contra la pared fría para serenar ese miedo que la había paralizado en la sala de operaciones. Luego de quitarse el cubrebocas, logro introducir más oxígeno a sus pulmones. Levanto la vista y a lo lejos, en la sala de espera, vio a varias personas con trajes oscuros y elegantes. Algunos llevaban alguna especie de micrófono y audífonos, ademas de un par de gafas oscuras que en cierto modo cubría parte de su rostro, todos llevaban esa combinación de ropa a excepción de un joven, el único que estaba sentado en los sofás, de hecho daba la impresión que todo ese gentío estaba ahí para protegerlo. Desde su perspectiva no pudo ver su rostro a detalle, pero si pudo percibir los detalles de su ropa. Llevaba puesto un traje azul en su totalidad, una camisa blanca y una corbata negra, así como zapatos del mismo color, pero a pesar de las circunstancias, el hombre no se notaba para nada preocupado, sino todo lo contrario. El joven padre, estaba atento a su teléfono móvil con una serenidad que ni siquiera la jefa de enfermeras qué, por lo regular no solía hacer casi nada, podía tener. Emily quiso acercarse a mirar, puesto que intuyo que esa joven en estado grave debia ser su esposa, quería preguntar acerca del parecido que ambas tenían, claro que la idea le parecio extraña incluso para ella, pero ¿Que más podía hacer? Al dar el primer paso, escucho el timbre del sonido del altavoz y enseguida, la voz de su compañera de trabajo, Olivia, decir las palabras "Código Ámbar" Emily se detuvo en seco y en vez de acercarse al hombre, decidió seguir su instinto. Aquel código solo indicaba que se había perdido la vida de un adulto, pero, aquel hospital era una institución privada, por lo que conocía a casi todos los pacientes, ninguno tenía alguna enfermedad terminal o bastante grave como para quitarle la vida, a excepción de esa joven madre que había entrado en crisis al dar a luz a su primogénito. Emily sintió un zumbido resonar en sus oídos, fue como si perdiera el sentido del oído mientras avanzaba de vuelta a la sala, para comprobar si la muerte que había anunciado por el alta voz se trataba de la chica que había dado a luz a un pequeño bebe varón. Al llegar al grupo de enfermeras que habían llegado al pasillo por mera curiosidad, se dio cuenta de que la gran mayoría la miraban con interés, pero claramente no del bueno. —¿Qué paso?— pregunto Emily, algo desconcertada. No era usual que se perdiera la vida de una mujer embarazada, ni siquiera porque tuvieran preeclampsia. Había protocolos a seguir, tratamientos y también métodos para preservar su vida, aunque su enfermedad fuese bastante grave. Después de todo, tenía a medio hospital esperando afuera de la sala de operaciones, ya no solo eran unas cuantas enfermeras, sino también doctores de diferentes áreas médicas. —¿No se supone que deberías estar ahí adentro?— le cuestiono Clara, una de las pocas enfermeras que le hablaban, pero no porque quisiera tener una relación amistosa con ella, sino simplemente por el trabajo. —Tuve que salir— se justificó Emily algo nerviosa de que el personal se enterara del motivo que la había orillado a perder el control de sí misma hasta tocar el instrumental sin querer. Nadie más se atrevió a decir ni una sola palabra cuando el médico cirujano salió de la sala de operaciones. Su aspecto no era bueno, aunque claro, él no era exactamente joven ni atractivo, pero lucia demacrado. Él al igual que Emily, se quitó el gorro quirúrgico y ni siquiera se atrevió a levantar la mirada del suelo, no estaba para nada contento.Emily se aproximó aquella sombra que alguna vez había sido su padre y enseguida tomo su mano para tratar de recordar como era tomar la mano de su padre, puesto que tenía años, de hecho, desde que era niña que no la tomaba.—Papá—expreso en voz baja para tratar de despertarlo con cierta delicadeza, después de todo, él no tenía idea de que ella estaba ahí y no quería asustarlo, pero su papá no respondió, sino que permaneció inmóvil. Instintivamente, Emily miro el monitor que vigilaba sus latidos cardiacos y en efecto, él seguía vivo, solo que sus latidos estaban por debajo de lo normal, lo que significaba que su corazón pronto dejaría de funcionar. Emily tragó saliva luego de ver los datos del monitor, incluso llego a pensar que su papá ya no despertaría, pero cuando volvió la mirada hacia él, su padre la estaba mirando con una tenue sonrisa en los labios.—Te has convertido en toda una mujer, Emily—menciono su padre notando por primera vez lo mucho que había crecido su hija y lo much
Emily se fue de casa con cierta pena, tanto por la noticia de su padre, así como por dejar al pequeño Jacob sin su compañía cuando ya estaba tan acostumbrada a él, técnicamente ya era como su hijo, el que no había nacido de sus entrañas, pero del que se había enamorado casi a primera vista y pensaba criarlo hasta poder decirle la verdad sobre su madre, aunque esperaba que ese tiempo tardara mucho en llegar.Cuando llego al aeropuerto, se cambió de ropa en el baño de mujeres y de pronto al mirarse al espejo volvió a ser ella misma, cosa que no pensó sucedería pronto, sin la ropa ostentosa de Mila, ni tampoco el maquillaje excesivo, era como ver a otra persona diferente, menos arrogante y más alguien común.Sintiéndose nuevamente libre, viajo hasta colorado y en un par de horas volvió aquella ciudad que había sido su hogar hasta que tuvo que mudarse con su madre a causa de lo difícil que era para ambas conservar una enorme casa cuando su padre no les daba absolutamente nada para pagarla
Esa noche Emily soñó de nuevo con Mila. Solo que en esa ocasión, ella llevaba puesto un vestido rojo ajustado y justo estaba parada en el balón principal mirando el mausoleo a la distancia. Por supuesto, como en cada sueño, ella no hablaba, pero parecía entre molesta y al mismo tiempo melancólica. Emily intuyo qué sé debía al hecho de que Mila había muerto de forma inesperada y de forma prematura, aunque tal vez también era porque había comenzado a conocerla a través de las perdonas con las que había convivido. Ahora Emily sabia que su hermana había sido una perra de lo peor, pero aun así ella estaba segura de que de no haber sido secuestrada, ella habría sido una persona diferente, pero simplemente no había tenido la oportunidad de ser diferente. Cuando despertó, lo hizo gracias a su teléfono qué no había dejado de sonar, ella tuvo que responder para que el sonido de la llamada no despertara a Jacob. —¿Diga?—dijo con voz somnolienta mientras intentaba sentarse en la cama. —¿Emily?
Me quedo mirándolo atónita. Contemple en su mirada un brillo intenso que refleja victoria. Un ardor emana de mis mejillas. No puedo contestarle.- ¿Niegas haberlo hecho? —Insiste mostrando una sonrisa en sus labios medio torcida. Sin dejar de mirarme. Parece impaciente.—N-no sé de que hablas — Instintivamente mis puños se cierran. Mis ojos se clavan en el piso del auto. Desearía no haber hecho tal cosa ¿Cómo lo sabe? ¿Estaba despierto?—Sabes perfectamente a que me refiero— dice en tono serio— ¡Estada despierto cuando me besaste!- ¿Qué? —Replico asombrada. Esforzándome para mantener la calma y la poca dignidad que me queda.- ¡Sí! —Afirma— Aun no lo puedo creer… te odio por eso.Mis músculos se entumecieron al instante y la sangre dejo de correr por mis venas. Sentí un frio aterrador en cuanto menciono que me odiaba. No quería esto, no quería que me despreciara más, de lo que ya había hecho antes. De saber que me diría algo así, jamás lo habríamos hecho.Yo bastante el cinturón de s
Deje de prestar atención a la conversación después de lo que escuche. No sé cuánto tiempo me quedará en estado de shock. La puerta de la oficina de Joseph se abrió, levante la vista un poco. Mi hermano y su amigo salían riendo y haciendo bromas.- ¿Aby? —Me mira sorprendido cuando nota que estoy sentada no muy lejos de su puerta. Alza su brazo izquierdo y observar el reloj de su muñeca. Tal vez este sorprendido porque llegue un poco antes de nuestra reunión, pero en realidad soy yo quien no puedo si quiera hablar. Su expresión de sorpresa cambia ligeramente, mira a su acompañante y sonríe.- ¿Así que ella, es la famosa Abigail Grosvenor? - exclama con gran emoción el sujeto frente a mí. Me levanto de mi asiento y camino hacia ellos un poco aturdida.—Ella es… la hija de mi madrastra— admite Joseph— ¡Aby y yo crecimos juntos!¿Por qué dijo hija de mi madrastra? ¡Soy tu hermana!- ¡Es todo un placer! - Dice su amigo y agrega— Mi nombre es Adam Klein.—Um ... es un placer Señor Klein— Lo
Cuando por fin me encontré sola en mi habitación, tome asiento sobre mi cama para razonar un par de minutos, tratando que mi cerebro y mi corazón volvieran en sí. Me consideró avergonzada, lo más extraño era lo que deseaba lo lo hiciera. Que él me viera semidesnuda solo confirmaba una cosa que me ponía los pelos de punta.¡No quería! ... ¡No queríamos comenzar a sentir nada por mi hermano!¡O al menos creo que aun puedo considerarlo mi hermano!- ¡Abigail! ¿Estás despierta? - Escuche la voz de mi madre del otro lado de la puerta.—Si mamá, espera un segundo— Aprecio a ponerme la ropa que ya había preparado, y abrí la puerta.- ¡Me sorprende mucho que ya estés despierta! —Se pasea alrededor de mi habitación, observando el desastre que hay— ¡Ángelo ha sido una buena influencia para ti!- ¿Ángelo se fue? - logro decir, al pronunciar su nombre se me hace un nudo en la garganta. ¿Cómo se encuentra después de la paliza que perdió?No, él está abajo. ¡Vamos a desayunar todos juntos, antes de
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