- ¡Dios mío! ¿pero qué te ha pasado Leonardo? Preguntó Aixa preocupada y salió al encuentro de su esposo cuando lo vio todo magullado.
- Nada grabe mi amor-. Le respondió el joven, pero ella ni se fijó que él le llamó así.
Los guardias lo entraron a la casa, lo acomodaron en el sofá y luego él les ordenó que se marcharan a hacer lo que les pidió.
Aixa corrió por el botiquín de primeros auxilios a traer lo que se necesita para limpiarle la sangre.
- Pero qué haces tonta, acaso he pedido de tu ayuda-. Habló Leonardo muy histérico.
- Te ves muy mal, por favor deja que te cure.
- Vete a dormir yo estoy bien, no necesito que tú estés al pendiente de mí.
- Bueno me iré pero si necesitas algo por favor no dudes en hablarme y yo vendré corriendo.
- Ya lárgate mujer, pareces lora solo hablando. Ya te dije que tú para mí no vales nada, así es que no te molestes en querer ayudarme.
Aixa se fue a su habitación y aunque no q