#52:

Cuando Aiko se apartó de él y salió de prisa de la cabina de la discoteca, Hiro dejó que se marchara.Trató de convencerse de que quería que se fuera. No le cabía en la cabeza la posibilidad de querer lo contrario.

Para empezar, ni siquiera había querido volver a verla. Todo había sido idea de ella y estaba dispuesto a dejar que se fuera y que siguiera haciendo lo que se le antojara. Si quería salir de allí y perderse entre la multitud de la discoteca, no era asunto suyo. Se negaba a creer lo que le decía, no podía aceptar que ella le hubiera mentido cuando le dijo que le había sido infiel. Estaba harto de ella y de sus falsedades.

No quería tener que volver a mirarla a la cara y ver dolor en sus ojos. Pero, muy a su pesar, no conseguía quitársela de la cabeza.

Esos enormes ojos color café…eran su perdición.

Había visto mucho dolor en ellos y sabía que, esa vez, él había sido el culpable.

Sabía que no tenía ningún motivo para creerle. Se acercó a la cristalera de la cabina y observó c
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