#36:
—¿Llamas para restregar en mi cara tu nominación al Nobel? —agregó irritado.

Aiko no tardó en darse cuenta de que llamarlo por videoconferencia había sido un grave error. Lo supo en cuanto la imagen en la pantalla volvió a la vida.

Sintió que se esfumaban de repente todo su valor y autodeterminación. Y, lo que era aún peor, también se había quedado muda de asombro.

Había sido otro terrible error, uno más en su larga lista. Y todos parecían tener algo que ver con ese hombre.

No había estado preparada para verlo de nuevo, para tener que enfrentarse a la frialdad de sus palabras y la belleza de su rostro.

De hecho, nunca lo había estado.

Hiroshi estaba allí mismo, delante de ella, en el enorme monitor de su ordenador.Después de todos esos años, volvía a verlo y era tan imponente, atractivo y misterioso como lo recordaba. Aunque se mostraba mucho más fiero.

En cuestión de segundos él se había metido de nuevo en su triste y solitaria vida, llenándola con su implacable fuerza y el fuego de
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