La lucha se había vuelto una masacre.

Lo último que sabía Evan era que su padre se había arrojado entre las copas de los árboles para enfrentarse uno a uno en contra Declan, y finalmente él se encontraba luchando contra dos guerreros de la manada Sangre Lunar.

Zarpazos fuertes, guerras constantes, luchas, golpes, todo, absolutamente todo formaba parte de una especie de danza maravillosa donde lo que estaba a juego era la vida de cada quien.

Sin embargo, él no sería derrotado. Esta noche no, declaraba Evan de forma firme, y continuó con su arduo trabajo, sin decirle a nadie, había sacado un pequeño puñal de su reserva privada de armas y con ese deshizo cada uno de los cuellos de los guerreros que se encontraban frente a él.

Se suponía que no era honorable que debía ser mano a mano pero… en la guerra absolutamente todo debía ser posible.

Al menos en la guerra que él estaba dispuesto a luchar.

Evan estaba bañado en sangre, caliente y sobre todo inútil. Era como una protección de todas su