Al día siguiente, despertamos juntos en su habitación. Me dio un largo beso de buenos días, antes de hacerme salir de la cama y llevarme a la bañera. La llenó de agua caliente y después me hizo sentarme dentro de ella, entre de espaldas contra su pecho. Y mientras una de sus manos amasaba mis senos, con la otra me pasó una esponja por el cuerpo. Recorrió con ellas mis piernas, hacia mi entrepierna...
Inhalé dándome la vuelta y besándolo con pasión.
Un cuarto de hora después, desde la comodidad de las sábanas, lo vi vestirse, arreglarse y sonreírme. Y después de cubrirme con una bata negra de terciopelo, lo acompañé abajo. En la puerta de la mansión, me dio un largo beso de despedida.
—Vuelvo esta noche, te llevaré a cenar, ¿de acuerdo?
Sonreí contra sus labios, abrazándome a él.
—Estaré esperando.
Me devolvió la sonrisa, antes de besarme en la mejilla con ternura. Luego se alejó y, acompañado de su chofer, dejó la mansión. Yo me mantuve allí, quieta y sonriendo, hasta que desapar