En ese momento, Mariana la interrumpió y le dijo:
—Si tú querías tanto estar con Felipe, ¿por qué te fuiste y lo dejaste solo con su hijo?
Sofía no le respondió aquella pregunta. En cambio, dijo con frialdad:
—Aquí no estamos para que te explique por qué dejé a Felipe… estamos para despedirte de este mundo.
Luego, como si no acabara de pronunciar una amenaza mortal, preguntó con tono casual:
—¿Y sabes qué? Más tarde me enteré de que se había casado.
Hizo una pausa, dejando que sus palabras calaran, y añadió con rencor:
—Ese día… ese maldito día, quise matar con mis propias manos a la mujer que me quito mi lugar al casarse con Felipe.
Mariana no podía dejar de pensar que Sofía tenía serios problemas mentales. Luego se dijo a sí misma que lo mejor sería salir de esa cabaña cuanto antes, así sus sombras podrían tenerla a la vista en todo momento. Con una loca como ella, cualquier cosa podía pasar.
Después de ese pensamiento, la miró fijamente y le dijo con aparente calma:
—¿No crees que