31. LA TARJETA EN LA RECEPCIÓN
Me siento en la cama, la cabeza dándome vueltas y un dolor punzante martilleando mi sien. Es evidente que estuve con alguien, y casi estoy segura de que fue Robin, pero si fue él, ¿por qué se fue? ¿Por qué me dejó sola? Tomo mi teléfono parlante, que ha estado muy silencioso desde que llegué a Las Vegas.
—¿Qué pasa contigo? —pregunto, extrañando esa voz que me ha acompañado los últimos días—. Al parecer, solo me vigilas y hablas en nuestra casa. Ahora podrías decirme con quién dormí anoche. ¿Era Robin? ¿O me estoy volviendo loca?
El teléfono no responde. Silencio total. ¿Está roto? ¿Desconfigurado? ¿O se está haciendo el interesante para añadir más drama a mi mañana? Suspiro frustrada y lo dejo sobre la cama con un golpe que casi me hace sentir mal; después de todo, técnicamente no es su culpa que yo sea una irresponsable.
Me arrastro hacia el baño, con más esfuerzo del que me gusta admitir. La imagen en el espejo me recibe con el saludo de dos ojos hinchados y un cabello que parece