Estoy aterrada encima de la mesa, mientras veo cómo Robin ríe sin parar. Me miraba intentando dejar de hacerlo. Estaba divirtiéndose conmigo, podía verlo y eso me daba rabia. ¡Era un maldito experto en reírse cuando yo estaba al borde del colapso nervioso!  

—¡Robin, deja de burlarte de mí! ¡¿Acabas de reírte y dime qué es eso?! —pregunté señalando el extraño bulto que se movía a mis pies.  

—¿Es eso…? —empezó a decir, sin molestarse en ocultar lo divertido que estaba mientras señalaba al piso—. Dime que no estás en pánico por un… Ema, es una tortuga.  

—¡No es una tortuga! —refuté sin bajarme de la mesa. —Conozco a las tortugas y nunca he visto una de ese tamaño.  

Mis dedos seguían temblando mientras lo se&