Mundo ficciónIniciar sesiónPor unos instantes, la tensión pareció disiparse, dándonos un respiro. Aunque sabía que la tormenta no había terminado. Horacio seguía acechando, pero ahora estaba más decidida que nunca a enfrentar juntos lo que viniera. Porque si algo tenía claro, era que no pensaba soltarle la mano. Jamás. —Entonces, amor, no vuelvas a sufrir solo —dije con dulzura—. ¿No te has fijado en lo calmada que he estado todo este tiempo, a pesar de los escándalos que no dejan de pasar? ¿Sabes por qué me siento así? Porque te tengo a mi lado. Sé que me cuidas a mí y a mis hijas. Y para mí, Robin, eso es lo único que tiene importancia. ¡Que nos amas más que a nada en este mundo! ¡Tu amor lo puedo sentir en todo tu cuerpo! ¡Todo tú me demuestra que me amas!
—¡Ema, mi Ema! ¡Dios, cómo te amo!






