Mundo ficciónIniciar sesiónMelissa se cruzó de brazos y bufó con esa intensidad dramática que solo ella puede manejar. Por su parte, Emily intentó contener la risa al verme celosa, porque en verdad lo estaba. Aunque trataba de mantener la compostura, mi mente ya empezaba a maquinar un plan para averiguar quién era esa mujer. ¿Cómo se atrevía alguien a intentar echar a mis hijas? No podía permitírselo. Bruja o no, ese peinado no iba a salvarla de la ira que se le venía encima.
—Pero logramos entrar en el baño y nos escondimos en uno —me sacó Melissa de mis pensamientos y planes maquiavélicos—. Y los llamamos. Después, Renato nos fue a buscar y nos trajo para aquí.—Pero es muy extraño que en mi casa y en la empresa, hasta donde yo sé, no haya periodistas —mencioné pensativa, sintiendo que este ataque estaba dirigido a mis hijas.&mdash






