La llamada al señor Sergey Ivanov.
La mirada molesta de la bella rubia fulminaba al apuesto empresario. La había metido en problemas deliberadamente.
La chica tomó el teléfono de alta gama de muy mala gana.
— Alexander, soy yo, key, solo vine al centro comercial con un compañero de la universidad a tomar un helado, ¿Qué de malo tiene eso?
— No tiene nada de malo, pero eres nuestra hermana menor y es nuestro deber cuidarte, para que un chico pueda invitarte a cualquier lugar, primero tiene que pedirle permiso a papá y obtener su aprobación, eso ya lo sabes señorita.
— !Es que ustedes piensan que vivimos en el siglo pasado, Alexander, no me parece que tenga que pedir permiso para todo, soy una mujer que es dueña de sus decisiones y que es libre. Puedo ir a dónde me plazca si así lo quiero!
La joven estaba muy molesta, ella defendía su derecho a decidir y a ser libre de ir a dónde quisiera. Incluso enfrentaba a su hermano mayor, lo que no era tan buena idea.
— ¡Escúchame bien Kei, vas a ir a casa ya mismo