MEMORIAS DE MI HERMANA Y YO
MEMORIAS DE MI HERMANA Y YO
Por: Helen Vivas
PREAMBULO

Ochos años han pasado y una trágica noticia.

Mi madre y yo íbamos en el primer vuelo que encontramos hacia Boston Massachusetts. Las dos estábamos abrazadas y desbordando nuestras lágrimas, la una a la otra. Yo, luchaba con mi cuerpo, para tratar de sumirme en una fortaleza inexistente y poder consolar a mi madre y a mi padre. Quien también debe de estar desesperado, con la repentina muerte de mi hermana Gianna.

Llegamos al aeropuerto  y nos encaminamos hacia nuestra antigua casa. Ubicada en el Condado de Norfolk. Cuando estuvimos al frente de esta, los recuerdos y la nostalgia nos invadieron a las dos. Sentí sólo el rugir de la puerta cuando era abierta.   Al instante, salió mi padre abrazándonos desesperado a ambas.  Lo cual me partió el corazón, nunca había visto a Ethan, llorar y mucho menos de una manera tan desgarradora. Mi padre, se desesperó aún más, abrazándonos a ambas, en un llanto incontrolado. Sentía que mi corazón iba estallar y las lágrimas correr, pero tenía que ser fuerte y controlar mi dolor, para proteger a mis padres. Entramos las maletas y las dejamos en la sala.

─ ¿Dónde está?  ¿Dónde la tienen? ─ Gritaba mi madre desesperada. 

─ Cálmate, Samantha ─ le decía mi padre, consolándonos a nosotras y a él mismo. 

Minutos después, llegamos al acto del velatorio el cual habían preparado los Freetman.  Lentamente caminamos hacia donde posaba mi hermana.  Mi madre, se desplomó sobre el suelo, cuando vio a mi hermana tendida sobre la caja de madera, finamente tallada; donde yacería eternamente a partir de este momento. Mi padre la tomó entre sus brazos y la acomodó sobre un sillón. Mis lágrimas rodaban por mi rostro y mi cuerpo se llenaba de impotencia, por más que quisiera reprimir el dolor,  para no decaer frente a mis  padres,  no lo lograba. Había momentos, en que sentía que mi cuerpo se resistía. Andrew y Hailey,  se acercaron inmediatamente y nos ayudaron con mi madre. Andrew le brindó los primeros auxilios, luego me rodearon en un caluroso y silencioso abrazo. 

─¿Tía Ivanna llegaste? ─ giré mi cuerpo cuando escuché los pequeños grititos que corrían hacia mí  y los  bracitos  de mi pequeña sobrina,  se ciñeron muy fuertes alrededor de mi cintura, ahogando su hermoso rostro bañado en lágrimas sobre mi cuerpo. 

─ Claro que sí, mi pequeña   ─ le respondí colocándome a su altura. 

─ Tía, Ivanna. Mi mami ya no estará más con nosotros ─ Pronunciaba entre sollozos mi pequeña. Llena de impotencia la abracé. Protegiéndola con mis brazos para cobijarla en mí pecho. 

─ Ella ahora está en el cielo y desde allá te protegerá y te amará cada día más ─ le susurré a mi pequeña sobrina.  La pequeña, levantó su pequeño rostro de mi pecho, mostrándome sus enrojecidos ojitos.

─ Te amo pequeña ─ le dije depositando un beso en su frágil mejilla. 

─ Yo también te amo tía, Ivanna. ─ respondió mi sobrina, con sus ojitos llenos de dolor y sus mejillas humedecidas por la humedad de sus lágrimas.

─ Ven, vamos.  Saluda a tú abuela, Samantha. ─ Le dije caminando hacia donde estaban mis padres.

─Abuelita, ¿Tú también viniste?   ─ Le preguntó la pequeña dentro de su inocencia a mi madre.

 ─ Claro que sí, cielo ─la recibió mi madre, sentándola entre sus piernas. Abrazándola con fuerza. 

Una hora más tarde llegó  Valerie,  rodeándome con sus brazos. 

─ Ivanna ¿Cómo estás? ─ Me preguntó entre la alegría del encuentro,  después de varios años y la tristeza del momento.  

─  Desconsolada amiga. ─ Respondí limpiando mis lágrimas con el dorso de mis manos. 

─  Lo sé,  Ivanna. Esto ha sido algo inesperado. ─ Musitó observándome

─  ¿Qué sucedió Valerie? ─ Pregunté,  tratando de que el llanto contenido  no me ahogara.

─ Todavía no lo sabemos bien. Solamente  sabemos que viajaba con Noah,  hacia   Plymouth. Allí sucedió el  accidente. ─ Informó.

─  ¿Con Noah?  ─ Pregunté frunciendo el ceño y extrañada. 

─  Sí,  él está grave,  debatiéndose entre la vida y la muerte. Su padre,  también está hospitalizado,  ya que con la noticia sufrió un infarto. 

─ ¡Dios¡ ¿Cómo pudo suceder esto? ─ Susurré  aún extrañada. Cuando dirigí mi visión hacia la entrada de la funeraria donde estábamos lo vi. Después de ocho años allí estaba él  nuevamente frente a mí; con su profunda  mirada,  color ocre; con su cabello, de un color rojizo desafiante;  mi cuerpo se estremeció con la profundidad de su mirada, mi corazón se aceleró y mis piernas se debilitaron.

─ Papiiii ─  gritó mi pequeña sobrina, corriendo hacia los brazos de su padre.  Ven papi, le decía guiándolo hacia mí.  Tía Ivanna llegó. 

─ Hola,  Ivanna. ─ Saludó,  recorriéndome con una mirada triste mi cuerpo, observando mi rostro con asombro y dándome un abrazo. El cual me sorprendió, pero que sin darme cuenta se lo correspondí, quise finalizarlo, pero él lo impidió presionando aún más sus brazos.  Las sensaciones que recorrieron mi cuerpo,  me hicieron sentir miedo a la reacción que estaba surgiendo en él. Reacción que había creído olvidada en el pasado. Lentamente sus brazos fueron aflojando y abandonando mi cuerpo,  aunque no completamente. 

─ Me alegra verte,  Ivanna. ─ Musitó,  depositando un beso en mi mejilla. Levanté la mirada cuando sentí sus mejillas humedecidas. Y sí,  allí estaba él  llorando. Esta vez fui yo la que lo abrazó y lloré junto a él,  mientras me acunaba en su pecho después de ocho años sin verlo,  ni sentir sus abrazos.  

Me acomodé al lado de mis padres tratando de buscar refugio entre los tres, pero era un acto imposible. El dolor era desgarrante no sabía que dolía más si el alma, el pecho o mi corazón, ni siquiera sabía cómo consolar a mis padres  y  a mi pequeña sobrina que lloraba acurrucada en mi regazo, mientras era observada por su padre a poca distancia. Caras conocidas desde mi infancia se hicieron presentes en el acto velatorio. Los cuales hablaban, pero yo no prestaba atención a nadie, todo se escuchaba como un murmullo sumido en el dolor y la tristeza más profunda que he sentido en mi vida. Me sentía perdida, desorientada,  sin saber qué hacer y llena de una impotencia desgarradora; observaba a mis padres abrazarse uno a otro intentando darse consuelo entre ellos. Valerie, se acercó rodeando mis hombros intentando darme un consuelo que no llegaba a mi ser en ese momento, por más que intentaba calmarme no lograba contener mis lágrimas.

MEMORIAS DE MI HERMANA Y YO

Un amor que intenta sobrevivir a pesar de  las traiciones del pasado. 

En el texto se narra una  historia de drama, traición, reencuentro,  amor,  celos,  deseo,  pasión y  erotismo. Mayores de 18 años, Alto Contenido Erótico y descriptivo. Formato digital. 

Prohibida su copia o adaptación.  Reservados todos los derechos a su autora. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. 

DEPOSITO LEGAL: TA2021000039

ISBN: 978-980-18-1910-3

Autora: Helen Vivas

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