65. La dicha de una nueva vida
En medio del pasillo a la salida de ésta reclusión de mujeres, Azucena llora en silencio, alejándose de Rafael con tal de tener un momento. Rafael la busca otra vez, abrazando su cintura, permitiéndole descansar la cabeza en su pecho. Azucena solloza en voz baja, y la impotencia de Rafael todavía no acaba, por todo lo que su esposa tuvo que pasar, por lo que ambos tuvieron que pasar, en cuestión de segundos pudieron haberlo perdido todo para siempre.
—Estamos bien, mi vida —Rafael, para no perder la vida otra vez al oírla llorar, le alza el rostro, y la busca en su mirada llena de amor—. Todo y cada uno de ellos están pagando peor todo lo que te hicieron. Ya no más sufrimiento. Ya no más, amor.
Azucena inclina el rostro, aún afectada por haber vívido esto, por creer que todo lo que la ha hecho feliz lo perdería. Junto a Rafael, ahora juntos sin temer de lo que sucederá, sin mentiras, tiene el gusto de ver que todo está a su favor.
A favor de su amor.
—Sólo quiero estar contigo —Azucen