Luego de que Damián estuviera ya listo y haya desayunado un poco, está en su oficina esperando a la detective impaciente.
—La detective ha llegado, jefe —informa Miguel.
—Déjala pasar —Damián acomoda su corbata y luego saca el sobre que tiene guardado bajo llave.
—¡Qué dicha volverlo a ver, señor Anderson\! —La mujer se acerca y sin pedir permiso toma asiento—. ¿Para qué soy buena? —pregunta con coquetería.
—Ahorra tu parte seductora conmigo, ¿estamos? —le aclara, y ella sonríe aún más.
—Eso hace parte de mi esencia, y no la pienso cambiar; eso es lo que llama la atención de los hombres —se cruza de piernas y Damián prefiere no mirarla.
—Aquí tienes —saca el sobre y se lo entrega—. Todo lo que necesitas saber de tu objetivo: Dylan Cooper. Tienes poco tiempo para que me traigas buenos resultados, ¿entiendes? Necesito tenerlo en mis manos.
—Se nota la sed de venganza que tienes, pero tranquilo, tienes frente a ti a la indicada, señor Anderson.
—Miguel, dale el otro sobre —ordena, y Migue