― ¡¿Qué?! ―Exclamé en shock.
Miré fijamente a Gabriel, mi ginecólogo desde que había llegado de España unos años atrás, en estado de shock.
―Que estás embarazada, Olivia―Respondió sonriente―Felicidades...
― ¡Es imposible que esté embarazada! ―Expuse tapándome la cara con las manos―Tú mismo me colocaste el DIU ¿Cómo puede ser que haya quedado embarazada con eso