Capítulo 39 – La felicidad dura poco
El regreso a casa fue tranquilo. Después de semanas de paz en la isla, Gabriel e Isabela volvieron a la mansión. Un refugio que había sido una prisión en el pasado ahora se sentía como un hogar, una burbuja de amor y estabilidad que parecía indestructible. Las pesadillas que los atormentaban quedaban cada vez más distantes, y el amor entre ellos florecía con una intensidad que parecía capaz de resistir cualquier cosa.
Gabriel la trataba con una paciencia infinita. Cada gesto, cada palabra, llevaba consigo una dulzura que contrastaba profundamente con la bestia que una vez fue. Isabela lo miraba a veces, con la incredulidad en los ojos, como si no pudiera creer del todo en el cambio que había experimentado. Pero se aferraba a él con todo su corazón, dispuesta a dejar atrás el pasado, dispuesta a creer en el amor que crecía entre ellos.
Sin embargo, la felicidad, como siempre, resultó ser efímera.
Una tarde, mientras paseaban por los jardines de la m