Vicente no dijo nada.
Andrea abrió la caja de regalo y le mostró la corbata de adentro a Vicente.
—Este es mi regalo de cumpleaños para ti, no sé si te guste.
Él seguía sin hablar.
Solo entonces Andrea se fijó en él y vio que incluso su respiración se había vuelto más agitada. Se dio cuenta de que algo andaba mal.
—¿No... no te gusta?
¿Por qué estaba tan raro hoy?
Vicente apretó los dientes, su voz extremadamente grave.
—¿Quién te lo dijo?
Andrea se quedó atónita: —¿Que hoy es tu cumpleaños? Nadie me lo dijo, fue cuando estaba organizando documentos que vi tu número de identificación, así que lo anoté.
Andrea dejó la caja de regalo: —Aún no son las doce, el cumpleañero todavía puede pedir un deseo, voy a buscar un encendedor.
Diciendo esto, Andrea iba a buscar, pero justo cuando se dio vuelta escuchó la voz furiosa de Vicente detrás de ella.
—Andrea, no pensé que fueras una persona tan entrometida.
Andrea casi no podía creer lo que escuchaba, no podía creer que esas palabras salieran d