Tomás no dijo nada, pero su mirada hacia Vicente mostró varios grados más de aprobación.
Luciana, por lo que había pasado ayer, se había quedado toda la noche bebiendo en el bar. Esta mañana temprano al abrir los ojos vio la respuesta de Andrea, así que le marcó directamente.
En ese momento Andrea ya había terminado de desayunar. Como era sábado, planeaba echarse otra siesta para premiarse bien. Pero en cuanto recibió la llamada de Luciana, se le quitó todo el sueño.
Después de escuchar a Luciana contarle todo sobre la cita, Andrea se incorporó de golpe en la cama.
—¿Entonces se contactaron después ustedes dos?
La voz de Luciana sonaba algo desanimada.
—No, yo no voy a llamar primero para admitir la derrota. Si alguien va a llamar, que sea él quien me llame.
Andrea se mordió los labios: —Ustedes dos tienen que aclarar las cosas. Es muy incómodo seguir así con esta tensión.
Por supuesto que Luciana también sabía que era incómodo, pero no podía tragarse el orgullo.
—Ay, dejémoslo así por