Los dedos de Ximena temblaban de rabia.
— Muy bien Andrea, ahora sí que te has superado, ¿cómo te atreves a llamar a la policía para que me arresten? ¡Veo que te has vuelto muy valiente! ¡Hoy te voy a enseñar lo que son las reglas!
Mientras decía esto, Ximena, furiosa, levantó la mano para golpearla nuevamente.
Vicente, parado junto a Andrea, ya estaba listo para intervenir y detenerla.
En el siguiente instante, apenas Ximena levantó la palma de su mano, Andrea habló directamente.
— Ya estás cometiendo el delito de lesiones intencionales, difamación, y además estás armando un escándalo en un lugar público, lo que constituye una falta y merece castigo. Si crees que no es suficiente, adelante, golpéame. No me moveré, pero iré al hospital a documentar las lesiones y no aceptaré ninguna compensación económica de tu hijo. Te llevaré ante los tribunales.
La mirada de Andrea era firme, lo que hizo que Ximena se sintiera insegura por un momento.
La mano levantada finalmente no descendió, y aca