Aunque Vicente sabía que aún no tenía derecho a intervenir, su sensatez lo mantenía sentado en el sofá, fingiendo indiferencia mientras aguzaba el oído para escuchar la respuesta de Andrea.Después de un largo silencio, Andrea finalmente habló:
— La sopa que preparo no te gustaba realmente, solo estabas acostumbrado a ella. Pero ya no la tendrás más, quizás deberías acostumbrarte a otros sabores.
Al escuchar esta respuesta satisfactoria, la boca temblorosa de Vicente volvió a esbozar una sonrisa.
Tadeo había pensado que, conociendo a Andrea, ella ya estaría corriendo hacia el hospital.
Pero no esperaba que esta vez su actitud fuera tan firme.
Sorprendido, no supo qué hacer.
Miguel miró a Tadeo buscando ayuda, pero este tampoco tenía ideas y solo negó con la cabeza.
Miguel apretó los dientes, intentando decir algo más, pero Andrea lo interrumpió:
— Miguel, no vuelvas a llamarme por cosas así.
Dicho esto, Andrea colgó.
La sopa ya estaba lista. Sirvió dos tazones y los puso sobre la mesa.