Capítulo 126: El obsequio del Alfa.
En la manada de Garra Dorada. La oficina del Rey Alfa permanecía en silencio, uno que fue interrumpido por los pasos sobre el piso de madera pulida. La luz de la mañana se colaba por los ventanales, apenas lo suficiente para iluminar la habitación.
Afuera, el mundo despertaba con el murmullo del viento entre las hojas aún empapadas por la tormenta de la noche anterior.
Adalet observaba en silencio, con las manos cruzadas sobre su abdomen, los dedos apretados por la tensión. Su mirada se clavaba en los movimientos cuidadosos de Alfa Zefor, que se agachaba frente a un viejo mueble de roble oscuro.
Él parecía buscar algo con intención, como si cada segundo importara. El rostro del Alfa estaba serio, pero no era el mismo gesto frío que mostraba ante otros.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó ella en voz baja, sin poder ocultar la inquietud que le recorría el cuerpo.
Zefor no respondió. Con ambas manos extrajo un pequeño cofre de un compartimento oculto. El sonido seco del cierre metá