—Zefor… Ah~ espera un momento… —gimió ella, mientras él le apartaba la sábana que la cubría.

—No —dijo él con un gruñido bajo, con los labios apenas rozando su mejilla—. Me mentiste, intentaste manipularme… Pero no puedes engañar a tu cuerpo. A tu corazón. Ni al mío, Luna… Lo menos que puedes hacer, es dejarme ayudarte. Decírmelo absolutamente todo, y dejarlo en mis manos.

—Mmm… Eres un… —gimió ella, sintiendo las grandes manos de su macho rodeándola, fuertes, decididas, atrapándola entre sus brazos y la cama.

Ella quedó nuevamente expuesta, desnuda, acorralada, y la sensación de ser dominada por su mate, tan fuerte, peligroso y atractivo, la derretía. Adalet contuvo la respiración, su cuerpo temblando entre las caricias invisibles del aire, el sudor, la culpa… y la m@ldita excitación.

Alfa Zefor bajó una mano por su costado, lento, acariciando cada curva con descaro.

—¡Oh!~ —soltó ella un gemido ante el ligero toque de su macho, cubriendo su boca con su mano de inmediato. Mie