>>> Narrador:

Esa mañana despejada. El aire estaba impregnado de un aroma a tierra húmeda y la luz del sol comenzaba a filtrarse entre las hojas de los árboles.

Las esporas blancas y brillantes danzaban en el aire alrededor de las ruinas de ese antiguo edificio.

Alfa Zefor se encontraba ahí, su figura imponente destacándose contra el fondo natural, con los ojos dorados brillando como el oro a la luz de la mañana.

En su interior, una tormenta de emociones se desataba.

—¡No podemos quedarnos aquí, Alfa! —exclamó Renna, la loba rubia de ojos dorados opacos, que había estado a su lado, tratando de calmarlo. Su voz temblaba de frustración—. Adalet está desaparecida, y la manada no puede estar sin su Alfa. ¡Tiene que volver, majestad!

Zefor la miró con desprecio. Sabía que Renna tenía sentimientos por él, pero eso no lo llevaba a considerar sus palabras con seriedad.

Cada palabra que salía de los labios de Renna le sonaba distante e irrelevantes, una distracción que no podía perm