Solo la idea de que Aysel pudiera traccionarlo, de no tenerla a su lado, le afectaba demasiado. Cuando Emel le dijo que podía estar faltando a su orden, le hervía la sangre, más al pensar que estuviera aceptando también los coqueteos de Radolf.
Al bajar las escaleras camino más aprisa, al tenerla a su alcance la tomo con fuerza de la muñeca y la alejo de su hermano y su mejor amigo.
—Te di una orden Aysel, ¡no puedes obedecerla! —le grito furioso, sin dejar de apretar su muñeca.
—Te juro que no quise desobedecerte Alfa —dijo soportando el dolor.
—No, pero lo hiciste ¿acaso te gusta coquetear con todos? —la pregunta de Lyon la ofendió y le dolía, como podía pensar eso de ella, no era Dilay.
—Lyon no sigas —le ordeno Uzziel sabiendo que estaba ofendiéndola y hiriéndola —te puedes arrepentir…
—Tú no la defiendas, eres otro que ha conquistado —replicó molesto Lyon sin dejar de verla —ahora mismo te voy a enseñar que debes obedecerme.
Levantó su mano libre para abofetearla, pero Uzziel