— ¿ Están conscientes de lo que dicen?
— Son acusaciones muy graves.
Los policías insistían mirando fijamente a Mara que no conseguía sostenerles la mirada.
— Somos las víctimas y aún así siento que nos están tratando como si hubiésemos hecho algo malo —. Intervino Alice. — Tal vez deberíamos llamar la atención de la prensa en vez de venir a confiar en las autoridades que se supone deben protegernos.
— No se precipite señorita. No es eso lo que estamos diciendo.
— ¿ Entonces nos ayudarán?
— Por supuesto, solo es que nos conmociona un poco. Un hombre tan querido…
— Pues ya ve usted. No todos los monstruos viven en los libros de terror.
Uno de los policías refunfuñó indeciso.
— ¿ No es usted su ex- esposa? — preguntó señalando a Mara. — ¿ Y usted, no es la chica que fue dejada en el altar hace poco ?
Alice frunció el ceño.
— ¿ Qué tiene eso que ver?
— Tiene mucho que ver. Ambas tienen razón para querer venganza de este hombre.
— ¿ Acaso está usted ciego? ¿ No ve los moretones?