21° La verdad.
Cuando Lia llegó al hotel en la mañana se encontró directamente con Oliver, el hombre estaba sentado en una mesa del restaurante con la bata de dormir y tenía las ojeras más grandes que Lia hubiera visto en su vida.
Se acercó a él y se paró en frente dejando caer el bolso sobre la mesa y se cruzó de brazos frente al hombre que tenía un café frío en la mano y que no la miró a la cara.
— Lo siento — murmuro él sin mirarla — pero él me provocó — Lia se rascó la cabeza.
— Lo sé, pero fuiste un ingenuo — Oliver la miró y Lia vio en su expresión que la estaba pasando mal, pero no lo demostró.
— Si hubieras escuchado las cosas que dijo de ti…
— No quiero ni que me lo digas, ya deshice el trato — una sonrisa se pintó en la cara de Oliver, pero Lia se encargó de borrarla.
— No, esto no ha terminado, tenemos cosas de qué hablar — miró la mano de él sobre la mesa, los nudillos estaban amoratados y ella le tomó la mano e ignoró la negativa de él. Por debajo de los nudillos, en la pálida piel, se