Alessandro estaba medio dormido, el no acababa de entender lo que Su le estaba diciendo

— Alessandro, ¿Me escuchaste? Tengo antojo de tacos de carne asada, con guacamole y una salsa picosa... — La bella embarazada hacia ojos de borrego perdido

— ¿Qué...? Pero... No creo que puedas comer tal cosa, todavía estás delicada, por qué no mejor tratas de dormir, mañana preguntaremos si puedes llevar ese tipo de alimentación.

Los sollozos comenzaron, la bella Su se había puesto sentimental, el padre de su hijo no quería cumplirle su antojo

— Voy a llamarle a papá, estoy segura de que el le cumplirá el antojo al bebé, eres muy malo Alessandro, bien me lo decían todos

— ¿Qué...? No, no llames al señor Madrigal, es capaz de venir y echarme de aquí, Úrsula cariño, no es que no te quiera cumplir el antojo, es que me preocupa tu salud

— El bebé quiere tacos, tú eres su padre, ¿Qué vas a hacer al respecto?

— Úrsula, tu si que de sumisa no tienes nada cumpliré tu antojo, solo espero que