Cuando Bethany llegó a la mansión Tonali, encontró a Ciro dándole de comer a los perros. El italiano no se fijó en la llegada de su esposa hasta que ya se hubo estacionado. En el pasado se habría acercado para recibirla con un fuerte abrazo, ahora se limitó a extender una triste sonrisa sin dejar de hacer su trabajo. Bethany descendió del vehículo despacio, mirando con recelo a Ciro, pensando en lo que platico con Brahim. Se le revolvía el estomago del repudio al pensar que aquel sujeto que se presentó como un ángel estando ella en el hospital, en realidad era un monstruo.
-¿Dónde estabas? –Alcanzó a preguntar Ciro antes de que su esposa se perdiera al interior de la casa. No era una pregunta posesiva sino un intento de comenzar una conversación.
-Paseando. –Resumió, sin desear meterse en una entreteje de mentiras que bien podía salir mal.
Bethany continuó a la casa, y Ciro dio por terminado su trabajo. La siguió hasta la sala principal, y antes de que tomara rumbo escaler