139. Mi base
Amber
Leonardo estaba tirado en la alfombra de la sala, sosteniendo un biberón de juguete y emitiendo llantos exagerados. La escena era tan absurda que tuve que apretarme los labios para no soltar una carcajada. Él, el poderoso y siempre serio Leonardo Martinucci, estaba allí interpretando al «bebé» de Bella con una entrega digna de un Oscar.
«¡Papá, los bebés no lloran así!», protestó Bella ladeando la cabeza con la seriedad de una madre de mentira. «¡Tienes que llorar más bajito!». Intentó meterle el biberón en la boca otra vez.
«¡Buáááá!», respondió Leonardo llorando aún más fuerte y agitando los brazos de forma dramática. La sala estalló en risas; hasta Nonna Rosa, sentada en el sofá, se tapaba la cara con el pañuelo para disimular las lágrimas de tanto reír.
Louis, por supuesto, asumió el papel de médico. Apareció con su maletín de juguete y anunció con solemnidad: «¡Hay que ponerle una inyección al bebé! ¡Pa’ que se ponga fuerte!».
«¡No, doctor, estoy bien! ¡No necesito inyecció