Capítulo dieciocho: Un acto de desprecio.
—¿Qué haces aquí, padre? — le pregunté, observando por la ventana que mi madre también estaba aquí,

— ¿Qué haces tú aquí y porque estás vestido así?, no te dejé bien en claro que te cortes el maldito cabello; los hombres no usan el cabello largo, eso solo lo hacen las mujercitas.

— Si viniste a criticarme o pelear, te pido que te vayas, ya soy un adulto y no sigo las reglas de tu casa— me pare cerio frente a él, aunque mi padre era más alto que yo y tenía tres veces mi cuerpo, intente no demostrarle miedo,

— Te crees muy hombrecito para hacerme frente— sin decir más me dio un golpe haciéndome caer al suelo, pude ver como caían las gotas de sangre de mi nariz en el asfalto,

Intenté levantarme lo más rápido que pude, pero cuando iba a golpearme de nuevo, Renato se interpuso dándole con la llave inglesa por el brazo,

— ¡Aparta tus asquerosas manos del chico gilipollas! —, volvió a darle otro golpe a lo que mi padre retrocedió,

— ¡LÁRGATE DE AQUÍ Y NO REGRESES! — insistió h
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