Capítulo ciento cincuenta y siete: La fiesta.
El primero que tomó la palabra fue el juez, abriendo un enorme libro frente a ambos, mientras decía aquellas palabras. Nuestros testigos firmaron junto a nosotros como fieles creyentes de nuestro amor y después las palabras del sacerdote, inundaron el espacio junto al ruido de las olas.
“Queridos amigos aquí presentes, nos hemos reunido hoy para unir a este hombre y a esta mujer en sagrado matrimonio…”
Frente a él, escuchando las palabras, llegó mi turno de responder,
— Yo te recibo a ti, para ser mi esposo, para tenerte y protegerte de hoy en adelante, para bien y para mal, en la riqueza y en la pobreza, en salud y en enfermedad, para amarte y cuidarte hasta que la muerte nos separe.
Luego me quedé en silencio mirándolo a los ojos con emoción, mientras Matt dejaba un beso en mi mano antes de responder.
— Yo te recibo a ti, mi princesa, para ser mi esposa, para tenerte y protegerte de hoy en adelante, para bien y para mal, en la riqueza y en la pobreza, en salud y en enferme