Tenía que bajarlo de esa ilusión rápido, aunque se moría de risa por dentro.
—¿Una semana? Tendrán que ser al menos seis.
Se congelaron sus caricias.
—¿Seis? —Su voz estaba impregnada de incredulidad.
—Sí, Ray, acabo de expulsar a dos bebés de mi cuerpo. Nada se acercará… allí, por lo menos durante seis semanas.
—Eso no puede estar bien —Se dio la vuelta y cogió su teléfono para investigar por su cuenta.
Janeth sonrió y se acurrucó más bajo las sábanas. Se estaba quedando dormida de nuevo cuando le oyó exclamar.
—¡Maldita sea! En verdad tendré que hacer celibato… Esto es mi karma —gruñó.
…
El viaje duró más de ocho horas y terminó en las afueras de la ciudad de Los Ángeles. Brian y Richard ayudaron a trasladar a Janeth y a su pequeña familia a un monovolumen. Brian plegó su bulto en el asiento trasero del monovolumen mientras Richard volvía a su camioneta.
Mirando nerviosamente a su alrededor mientras Ray seguía a Richard por la ciudad, Janeth miró por encima del ho