99. Un trato con la oscuridad
La sala del comedor era ruidosa, como cada mañana en la casa de las concubinas de la manada de Agua. Las charlas iban de un lado a otro, mezcladas con risas suaves, cuchicheos y el sonido de cubiertos contra la cerámica. Pero todo ese ruido se apagó cuando Nür entró.
Llevaba un vestido claro, con una cinta azul atada bajo el vientre, resaltando su embarazo. Su cabello estaba perfectamente peinado, y su andar era firme. Parecía segura. Pero no lo estaba.
Desde que Xavier se había marchado a Aryndell, todo se había vuelto más hostil. Las demás mujeres, que antes la temían por ser la favorita, ahora murmuraban con libertad. No la respetaban, y lo sabía.
—Mírala —dijo una voz a su izquierda—. Se cree superior solo porque está esperando un hijo.
—Ni siquiera fue elegida Luna —respondió otra—. Qué vergüenza.
—Quizás el Alfa se dio cuenta de que no es más que otra de tantas de sus concubinas. Engreída y altanera: mírala ahora, reemplazada por una recién llegada
Nür fingió no esc