129. Él vendrá por ustedes
La decisión de Ivanko de unirse a la Guardiana fue recibida con respeto por la mayoría… pero no con silencio.
A la mañana siguiente, en la plaza central de la ciudadela de piedra negra, Dayleen fue escoltada por él hasta un pequeño estrado improvisado. Allí se reuniría con los líderes de los clanes menores que conformaban la manada de Sombra.
Ahí era diferente, tenían varios clanes en lugar de uno solo. Pero tenían al mismo Alfa.
Guerreros que habían nacido y crecido sin jamás pisar Aryndell. Hombres y mujeres que veían en ella no una salvación, sino una amenaza a su independencia.
—¿Estás segura de esto? —preguntó Ivanko en voz baja, mientras el sol de media mañana filtraba un rayo tenue entre la niebla—. No todos aquí confían en forasteros.
—No necesito que me amen ni me sean devotos —respondió Dayleen con frialdad—. Solo que escuchen.
Ivanko asintió.
Cuando el murmullo cesó, Dayleen dio un paso al frente. Su manto ondeó levemente, y sus ojos, más oscuros que de costumbre, pare