El viaje desde Aryndell hasta los límites de la manada de Tierra tomó tres días de marcha constante. El grupo liderado por Dayleen avanzaba con decisión, resguardado por una poderosa barrera que la Guardiana mantenía activa a pesar del cansancio que le causaba usar su energía. Lo hacía sin quejarse, sabiendo que el peligro podía estar en cada sombra.

Las gemelas —ya recuperadas gracias al poder del Aire de la Vida— no dejaban de maravillarse con cada rincón del bosque. Su entusiasmo renovado era contagioso. Cassian, en cambio, marchaba en silencio. No por desconfianza, sino porque su atención estaba centrada en lo que les esperaba al cruzar el portal.

Kenji iba al frente, manteniéndose alerta. Su vínculo con las corrientes de aire lo hacía especialmente sensible a cualquier cambio en el entorno. Pero, hasta ahora, el camino había estado tranquilo. Demasiado tranquilo.

Al llegar a las primeras casas de la manada de Tierra, fueron recibidos por varios guerreros y guardianes que les c