Capítulo 2: Impulso

Me encontraba en mi habitación durmiendo me costaba conciliar el sueño y no entendía porque lo único que lograba dormir eran dos horas, y por lo general un ser humano debía hacerlo siete horas. Había pensado en pastillas, pero sentía que eso causaría un gran problema a mis padres, finalmente la alarma sonó provocando en mi cierto fastidio la verdad no me sentía bien para ir al instituto solo quería estar en casa buscando alguna respuesta por lo que me había pasado la noche pasada.

Me preparaba para bajar y desayunar cuando repentinamente vuelvo a sentir el mismo fuerte dolor de cabeza, fui caminando hacia una mesa con espejo que estaba cerca de mi cama solo fue unos segundos para que cesara y al finalizar pude observar que mis ojos habían cambiado eran de color rojo carmesí aquello me aterro muchísimo en que me estaba convirtiendo, parpadeaba una y otra vez hasta que el color de mis ojos normales regresó nuevamente.

―Angus, apresúrate que llegaras tarde―tocaba la puerta mi madre.

―Enseguida bajo, solo estoy buscando un libro―alegué.

Opte por mentirle a mi madre una parte de mi sabía que diría que lo soñé así que no quería perder mi tiempo y no crear un drama, justo en la puerta principal se encontraba mi desayuno me despedí al salir y allí estaba mi padre esperándome dentro del carro no quería irme con él, pero no me quedaba de otra la verdad si se me estaba haciendo tarde.

―Vaya, hasta que al fin sales de tu cueva―comento riendo.

―Solo estaba buscando un libro, pensaba irme solo, pero sabrás como mi madre se angustia si no voy contigo.

―Entiéndela, solo quiere que estés bien.

Ya nos encontrábamos cerca del instituto cuando mi padre me hace una pregunta sobre cómo estaba durmiendo, porque se notaba mucho mis ojeras aquello no me molesto, pero si le daba la explicación volveríamos a lo mismo y no tenía las ganas de discutir, no le respondí su pregunta solo me quedé en silencio para luego salir del auto sin pronunciar ninguna palabra.

Al entrar a mi salón un pequeño grupo de muchachos me observaron para luego reírse de mí, me quede observándolos por un momento en mi mente me imaginaba como una pared los aplastaba hasta morir, tenía miles de insultos para que me dejaran en paz, pero eso no sería suficiente para aquellos seres.

― ¿Qué me miran tanto? ―pregunte molesto

―Lo patético y poca cosa que eres―respondió una chica de manera muy altanera.

―Yo me pregunto, ¿me conoces? No verdad, entonces ve a molestar a otra persona, víbora.

― ¿Cómo me llamaste? ―amenazo molesta.

― ¡Lo que escuchaste! ―grite.

Podía sentir como mi cuerpo se estremecía algo que quería salir, era como alguien que no era yo, los observaba con tanto odio que de una manera u otra el jugo de uno de ellos exploto en su mano, todos ellos se miraron extrañados fue ahí donde aproveché y me senté sin decir más nada. Aquel día fue largo para mí el tiempo transcurría muy lento esa clase, no estaba mi amigo Hunter aquello me parecía una tortura porque allí nadie me hablaba, me sentía como fuera de grupo, aunque la clase me pareciera interesante solo quería irme.

―Señor Morrison, como noté que no observaba lo que estaba explicando, quiero que me dé una respuesta de todo lo que dije hace diez minutos―expreso el profesor.

―Profesor, escuché todo lo que dijo―respondí.

―Usted sabe muy bien, que aquí todos deben observarme y responder todo lo que pregunte.

En realidad no quería discutir con el profesor no me quedo de otra que dar aquella larga explicación, me di cuenta que solo quería ponerme a prueba su objetivo era dejarme en ridículo pero no fue así incluso agregue argumentos que ni siquiera pudo haber investigado a fondo, sabía que eso hizo molestarlo pero me dio igual yo siempre prestaba mucho atención a sus clases no había manera de que yo reprobara un examen, me senté de nuevo en mi silla para luego escuchar murmullos de mis compañeros pero en realidad no le di importancia a sus comentarios.

La clase llego a su final me fui levantando de mi silla cuando me disponía a salir mi paso me fue detenido por alguien, giro mi mirada y era uno de ellos al parecer querían seguir molestándome no reflejaba alguna emoción para que él no se sintiera que me estaba intimidando sujetaba mi brazo muy fuerte hasta que me libere de su agarre. Sus palabras no me afectaban me fui saliendo del salón de clases porque no iba a tolerar una idiotez más de su parte, todos me gritaban y lanzaban papeles sobre mi buscaban una manera de molestarme hasta que uno de ellos empezó hablar algo sobre mi familia.

―Mi madre dice que la señora Morrison es una bruja, se imaginan que su hijo se convierta en una bruja.

Fui empuñando mi mano mi punto débil siempre será mi madre, no podía aceptar que dijeran algo malo sobre mi madre o cualquiera de mi familia sus palabras eran más severas podía sentir como si algo en mi cuerpo se estuviese removiendo, pidiendo salir a gritos.

― ¿Qué sucede perdedor? A caso no puedes decir algo para defender a la zorra de tu madre.

Los observe a cada uno por alguna razón extraña las luces empezaron a encenderse y apagarse rápido, me acerque a las mesas sin mediar palabra alguna grite lo más fuerte que mi garganta daba, provocando un gran estruendo en todo el instituto unas ondas doradas fueron saliendo, ellos estaban suspendidos en el aire aquello me causaba un gran placer verlos así sin poder hacer nada, solo había una palabra en mi cabeza: "MATALOS". Sin contención alguna una pared les cayó encima causándoles gran dolor, camine hacia ellos rogaban que los ayudara, pero yo solo quería verlos morir.

―Morrison por favor, ayúdanos no podemos soportar el peso del concreto.

―Eso debieron pensarlo mientras lo hacían, pero ya es tarde ¿no creen? Espero que se pudran en el infierno que es ahí donde pertenecen, nadie ofende a un Morrison―dije mientras salía del salón.

Todos gritaban por lo que había sucedido mientras tanto yo disfrutaba del caos que al parecer yo había provocado, pero en cuestión de segundos volví a mi estado normal empecé a sentirme culpable pareciera como si tuviera una doble personalidad en mi por una razón todo eso paso y mis padres me debían una gran explicación de lo que me estaba pasando, porque todo lo hice en el instituto fue como un impulso para defenderme. 

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