Alana dormía y soñaba con que estaba en la mansión de sus padres, claro que no era un sueño, solamente era el delirio de la loba que cada tanto se despertaba, ya que la fiebre no la dejaba dormir, su cuerpo se había debilitado aún más que el de un humano cualquiera y en esos momentos de seminconsciencia, veía el rostro de su madre y el rostro de su padre, como cuando era una niña, como cuando se preocupaban por ella y pasaban la noche en vela a su lado.
— ¿Qué es lo que habrá hecho ahora esta inútil? — escuchó la voz de su madre abrirse paso por su inconsciencia.
— No lo sé Elvira, no lo sé, pero creo que lo mejor es que le avisemos a los príncipes Alphas de que ella está aquí.
— ¡¿Estás loco?! mira cómo está, no solamente está herida, ella tiene fiebre, dime ¿qué lobo tiene fiebre? Ninguno, ella sigue siendo una anormal, seguramente por eso sus Alphas la golpearon.
El corazón de Alana se encogió un poco más, si bien sus Alphas no la habían golpeado, le quisieron hacer algo mucho peo