—Creí que nunca me lo dirías –susurró Raphael, con ella acostada a su lado y apoyada en su pecho mientras él la rodeaba con sus brazos. Eran las dos de la mañana; faltaba mucho para el amanecer, pero ninguno de los dos podría dormir, no con la bomba que les acababa de estallar en las manos.
— ¿Qué cosa? —Preguntó ella fingiendo ignorancia.
—Lo de Sam… y Heather –Heather se enderezó en la cama y lo miró sorprendida.
— ¿Lo sabías?
—Sí.
— ¿Qué sabías?
—Que no eres Heather. Naciste hace o