–Estoy dispuesto a aceptar el castigo, pa –dijo un resignado Marcel Regiés-Cavalier a su padre, la mañana en la que Rossie los citó a ambos para que hablaran sobre la lengua larga del pequeño Goodboy, que tantos dolores de cabeza había traído a los productores de la serie The Boyz in the Band–. Dispara cuando quieras.
Jared Cavalier hacía tiempo para pensar. Le pidió a su hijo un momento para servirse un café en la maquinita del pasillo. Salió de su oficina y, para su sorpresa, no halló a Rossie ahí. Mejor para él, porque tampoco estaba en el mood de hacerse cargo de ella.
Al regresar a la oficina de la showrunner, apenas si tenía una vaga idea de lo que quería.
–Cuéntame, hijo –Jared tomó un pequeño sorbo de café y se arrepintió de no haberle brindado nada a