Envidia y cobardía.
Isaías se encontraba jalando una silla para Zoe cuando escuchó unos murmullos y en un giro rápido de cabeza vio a todos los alfas reunidos en torno a una mesa; algunos lo miraron con desprecio y otros simplemente lo ignoraron, en cambio, él inteligentemente y sin dejar que el instinto gobernara su razón se mantuvo en silencio y comenzó a escuchar la conversación manteniendo un gesto de diversión en su rostro.
—No entiendo por qué la diosa eligió a esa niña tan simple como a su luna. Es que si yo hubiera sido él inmediatamente la habría rechazado, tener a una luna tan mediocre lo que produce es vergüenza, solo imaginen a esta cría frente a nuestras lunas elegidas —, expuso uno de los alfas con voz despectiva y con mucha envidia en su tonalidad.
—Tienes razón. Además, Isaías siempre ha sido insoportable y ahora que tiene a su luna, será aún más soberbio —, agregó otro alfa sintiendo la misma sensación de injusticia que todos ahí.
Isaías frunció el ceño al escuchar esas palabras, quería