Federico sabía que debía actuar lo antes posible ante la amenaza de que Renata volviera a atentar contra Elizabeth o intentara escapar al sospechar que estaban por descubrirla.

Lo primero que hizo fue dirigirse a la jefatura de policía y exponer el caso. Sabía que debían tomarle declaración a Juan, pero su abogado intervendría para lograr que el joven quedara exonerado de cualquier cargo a cambio de su testimonio.

El detective lo escuchó con atención mientras Federico relataba todo lo sucedido.

—Bien, si eso es todo lo que tenemos, quizás la única opción sea que ella confiese su culpa —dijo el agente con tono serio—. Si es como usted dice, posiblemente, al enfrentarla, ella admita la verdad.

¿Pero cómo lograrlo? Renata sabía perfectamente que Elizabeth no recordaba nada, y Juan apenas la había visto con claridad.

—¿Qué tan bueno es usted mintiendo bajo presión? —preguntó el detective—. Si logra mantener la compostura, podríamos hacerle creer que la señora Elizabeth ha recordado todo.

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