Ana
Por la mañana fui la primera en despertar, baje a la cocina y comencé a preparar el desayuno, mientras mi corazón latía frenético mientras esperaba la respuesta de Gabriel, de seguro se volvería como loco.
Nunca hablamos de los hijos y la verdad ni pensamos que esto pasaría, pero estaba muy feliz, si este niño que venía en camino ya estaba a poco de 4 meses era porque dios nos había dado una esperanza de hacer las cosas bien, como una pareja que se ama.
Mi hermano entró por la puerta de la cocina y más atrás apareció Natalia con un cabello rebelde de recién levantada
—Buenos días — dije con alegría en mi voz — Les preparé el desayuno, vengan a comer
— Porque siento que hay dulzura en tu voz — pregunta Natalia de forma juguetona
— Porque decidí que quiero ser feliz y que quiero a Gabriel y al bebé en la misma página, así que voy a hablar con él.
— Felicidades, hermanita — Andrés besa mis mejillas — te quiero cariño, sigue tu corazón.
— Te felicito Ana, no sueltes a tu