¿Qué mas le pedía a la vida? Ya lo tenía todo, Arturo parecía haber dejado de molestar, mi madre ya no se metía en mi vida y pude hablar con Alberto; le hablé con sinceridad de mis sentimientos por Julián y le conté que estaba embarazada y me deseó lo mejor.
—Mi pequeño ya tiene dos meses, se llama Mateo —me mostró fotos y era idéntico a él, tenía sus ojos y su risa.
—Oye, es tan bello.
—Lo es, y muy tranquilo eh, nada de llorar por las noches, solo despierta a comer y ya.
—Me da gusto que seas feliz, Alberto. Yo no podría estar tranquila si no fuera así.
Me tomó las manos y sentí su tacto distinto, no se si era porque yo ya no lo veía con los mismos ojos o porque en verdad algo en él había cambiado.
—Mandy, tengo una familia hermosa. Ya te digo que mi esposa es una mujer extraordinaria y mi hijo es nuestra razón de ser; sin embargo, debo decirte que podrá pasar toda una vida y yo seguiré amándote, y sabré esperar a si un día tú decides hacerme el hombre mas feliz del mundo —sus ojos