Mundo ficciónIniciar sesiónCapítulo 39: A la altura del miedo
El mensaje no tardó en llegar. Breve, directo. Una dirección que Matías ya conocía sin necesidad de leerla dos veces.
Rodrigo no había cambiado sus costumbres. Seguía hospedándose en ese mismo hotel de ejecutivos, elegante por fuera, pero con pasillos alfombrados que olían a secretos mal ventilados. Uno de esos lugares donde todo parece limpio, aunque bajo la superficie se cuezan tratos sucios, encuentros furtivos, llamadas a media noche y promesas rotas.
Matías fue solo.
Condujo sin música. Con la mente despejada y una certeza tan afilada que no necesitaba rabia para sostenerse.
Aparcó frente al edificio, bajó del auto y se apoyó sobre el capó, las manos en los bolsillos de la chaqueta. El viento de la tarde era fresco, indiferente al temblor invisible que agitaba su interior.
No era miedo.
Era determinación.
Y cuando Rodrigo salió por las puertas giratorias del hote







